La escritora Prisca Nerin, como se le conoce actualmente, es hija de los años 80, una época de abertura que le permitió tener la suerte de vivir la juventud en los 90, con todo lo que ello conlleva: visibilización del rol y de la literatura fantástica en general, el incipiente nacimiento del frikismo como forma de vida y la oportunidad de formar parte de grupos mixtos o mayoritariamente masculinos sin sentirse fuera de lugar.
Todo esto le ha dado un bagaje literario menos comercial, llegando a leer muchas novelas históricas y a autores sin tanta repercusión mediática, una cualidad que le ha servido de mucho en su trabajo: es bibliotecaria y las recomendaciones de novelas son su labor diaria.
Ahora se ha sumergido en un nuevo frente literario, la literatura romántica, siendo un género desconocido para ella.